Hubo un tiempo en que uno escribía en libretas, se perdía en ferias, y bastaba con que alguien te encontrara en un fanzine con las grapas chuecas. Luego llegaron las redes: el algoritmo, los reels de comida, los gatos parlantes. Uno quiso resistirse, claro. Pero la verdad es que en este momento, mientras lees esto (¿desde una estación orbital? ¿desde el baño?), el mundo cambia más rápido que lo que tarda un cuento en volverse polvo.
Por eso esta página existe.
No como vitrina, sino como nave de papel pixelado que guarda textos extraviados, libros publicados, notas sobre talleres, y señales intermitentes. Un archivo vivo que respira entre secciones, que se actualiza como quien enciende una linterna dentro de un bosque o una cabina espacial abandonada.
Aquí no hay trucos de marketing ni frases motivacionales. Solo una colección de palabras: algunas breves, otras insomnes, algunas que se siguen preguntando qué hacen aquí. Si algo de eso te llama —una historia, un título, un disparador—, entra sin miedo.
O sin demasiada confianza.
Estás invitado a explorar las secciones: conocer mi obra publicada, leer textos en línea, curiosear libros y proyectos afines, y encontrar información actualizada sobre actividades, talleres y publicaciones recientes.
Hay gatos. Hay monstruos. Y, si todo va bien, también un poco de literatura.

Por qué tener una página web (aunque el mundo esté ardiendo